El calzado de trabajo constituye un elemento fundamental para la protección y el bienestar de quienes desempeñan tareas en entornos industriales, de construcción, logísticos y agrícolas. En Argentina, la normativa y la oferta de calzado de seguridad han evolucionado para responder a las exigencias específicas de cada sector, priorizando tanto la protección como la comodidad del trabajador.
Importancia del calzado de seguridad
El uso de calzado de seguridad no es simplemente una cuestión de cumplimiento normativo, sino un factor determinante para prevenir lesiones, mejorar la productividad y garantizar la salud integral del trabajador. Un calzado adecuado protege contra impactos, compresiones, perforaciones, resbalones y agentes externos como productos químicos, agua o calor.
Además, la comodidad es fundamental para evitar molestias, fatiga y problemas musculoesqueléticos, permitiendo que el trabajador se concentre en sus tareas y rinda al máximo. En este sentido, el calzado de seguridad se convierte en un aliado indispensable para preservar la integridad física y el bienestar general, especialmente en actividades que implican riesgos elevados o jornadas prolongadas.
Normativa argentina: IRAM 3610 y certificaciones
En Argentina, la Norma IRAM 3610 establece los requisitos obligatorios que debe cumplir el calzado de cuero para uso industrial. Esta normativa define ensayos estructurales, de materiales, alturas mínimas y pruebas de impacto y compresión, garantizando que el calzado brinde una protección efectiva.
En particular, la puntera debe soportar impactos de hasta 200 julios y compresiones de hasta 1500 kilogramos, lo que asegura la resistencia necesaria para proteger los dedos de lesiones graves. Además, el calzado debe contar con certificaciones emitidas por organismos reconocidos como IRAM y UL, bajo la supervisión de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT).
Estas certificaciones son garantía de que el producto ha sido sometido a rigurosas pruebas de calidad y seguridad, y es fundamental verificar su presencia antes de adquirir cualquier calzado de seguridad. De esta manera, se asegura el cumplimiento de la legislación argentina y la protección efectiva del trabajador.
Tipos de calzado de trabajo y su aplicación
La elección del tipo de calzado debe estar alineada con los riesgos específicos del puesto y el entorno laboral. En el mercado argentino, existe una amplia variedad de modelos diseñados para responder a diferentes necesidades. Las zapatillas de seguridad, por ejemplo, combinan ligereza, comodidad y protección ergonómica, siendo ideales para la industria liviana y tareas que requieren movilidad, como logística o mantenimiento.
Suelen incorporar punteras de aluminio o materiales compuestos que ofrecen protección sin añadir peso excesivo. Por otro lado, los zapatos de seguridad son versátiles y cuentan con punteras reforzadas para proteger contra impactos y compresión, siendo aptos para sectores como la construcción, manufactura y transporte.
Los botines de seguridad brindan cobertura adicional al tobillo, favoreciendo la movilidad y la protección en trabajos que implican desplazamientos frecuentes o superficies irregulares. En tanto, los borcegos de seguridad, con su caña alta, protegen por encima del tobillo y son recomendados para tareas en exteriores, construcción pesada y ambientes con riesgo de torceduras o golpes en la parte inferior de la pierna.
Para trabajos que requieren mayor cobertura, las botas de seguridad ofrecen protección hasta por debajo de la rodilla, siendo ideales para minería, agricultura, industria petrolera y ambientes húmedos o con riesgo de contacto con líquidos peligrosos. Asimismo, las botas de agua de seguridad son resistentes a la penetración y absorción de agua, necesarias en sectores como la pesca, limpieza industrial, agricultura y minería.
Finalmente, los zuecos y sandalias de seguridad están diseñados para sectores como el alimentario o farmacéutico, donde la ergonomía y la transpiración son prioritarias. Cada tipo de calzado responde a condiciones específicas, por lo que su selección debe ser cuidadosa y basada en un análisis detallado del entorno laboral.
Características clave para una elección acertada
Al seleccionar calzado de trabajo, es fundamental considerar una serie de características técnicas y ergonómicas que inciden directamente en la seguridad y el confort. La puntera de seguridad puede ser de acero, aluminio o material compuesto. La puntera de acero es la más tradicional y resistente, mientras que las de aluminio y composite ofrecen menor peso y propiedades antimagnéticas, lo que puede ser relevante en ciertos entornos industriales.
La plantilla antiperforación protege la planta del pie contra objetos punzantes, siendo esencial en sectores como la construcción, metalurgia y trabajos en entornos con riesgo de clavos o esquirlas. La suela antideslizante reduce el riesgo de caídas en superficies húmedas o aceitosas, debiendo garantizar un agarre óptimo y resistencia a la abrasión para prolongar su vida útil.
En cuanto al material exterior, el cuero es el más utilizado por su durabilidad y resistencia, aunque existen opciones sintéticas y textiles adaptadas a ambientes específicos. Es importante que el material sea transpirable para evitar la acumulación de humedad y resistente a agentes químicos o térmicos según el puesto de trabajo. La amortiguación y el soporte del arco plantar son aspectos clave para prevenir la fatiga y los dolores musculares, especialmente en jornadas prolongadas.
El ajuste y la ergonomía del calzado deben permitir el movimiento natural del pie sin quedar ajustado ni demasiado suelto, por lo que se recomienda probarlo al final del día, cuando el pie está más dilatado, para asegurar un ajuste adecuado. En trabajos con exposición a agua o humedad, es imprescindible que el calzado cuente con tratamiento impermeable para mantener los pies secos y prevenir infecciones.
Asimismo, el forro interior debe ser antiestático, antibacteriano y permitir la ventilación, reduciendo la acumulación de humedad y el riesgo de hongos. Finalmente, el peso del calzado es un factor que influye en la comodidad y la movilidad, un calzado liviano reduce la fatiga, pero nunca debe comprometer la protección.
Consejos prácticos para la compra y el uso
Para realizar una compra adecuada, es fundamental verificar la certificación IRAM 3610 y el sello “S” de la Secretaría de Comercio, Industria y Minería en el calzado adquirido. Priorizar marcas reconocidas en el mercado argentino, como Ombú, ATT, Graffa70, L39 y Pisfer, garantiza calidad y cumplimiento normativo. Evaluar el tipo de tarea y los riesgos asociados antes de elegir el modelo es esencial, ya que no es lo mismo un calzado para oficina técnica que para obra o laboratorio.
También es importante considerar el clima y las condiciones ambientales, en zonas calurosas, se recomienda optar por materiales transpirables, en ambientes húmedos, preferir botas impermeables. Renovar el calzado ante signos de desgaste, pérdida de propiedades antideslizantes o daños en la puntera o la suela es una práctica que prolonga la seguridad y el confort.
Utilizar siempre el talle adecuado y, de ser posible, probar el calzado con las medias que se usarán habitualmente en el trabajo, ayuda a evitar incomodidades y problemas posteriores. Además, consultar con el área de Higiene y Seguridad de la empresa para recibir asesoramiento específico asegura que se cumplan las exigencias del puesto y se optimice la elección.
El rol del empleador y la responsabilidad compartida
En Argentina, la provisión de elementos de protección personal, incluido el calzado de seguridad, es una obligación legal del empleador. Sin embargo, la responsabilidad no recae exclusivamente en la empresa, tanto empleadores como trabajadores deben garantizar el uso correcto y el mantenimiento adecuado del calzado, así como reportar cualquier defecto o incomodidad que pueda afectar la seguridad o la salud en el trabajo.
Esta colaboración es fundamental para crear un ambiente laboral seguro y saludable. Además, la capacitación continua sobre el uso y cuidado del calzado contribuye a prolongar su vida útil y a maximizar su eficacia protectora.